El Reencuentro

No recuerdo exactamente la fecha, lo que si recuerdo claramente es verlo subir esos
pocos escalones… mi ubicación era perfecta, desde la silla que elegí para esperarlo
podía ver su espalda, su forma de caminar y la manera de llevar esos pantalones,
sin desperdicio.
Días antes, habíamos quedado en reencontrarnos luego de varios años… se trataba
de un encuentro casual en cualquier lugar, tomar un café y ponernos al día sobre
nuestras vidas.
Vladimir y yo, nos conocíamos desde hace más de 20 años. Fuimos novios estando
muy jóvenes y aquel día, cuando miré con detalle esa forma de caminar y esa forma
tan condenada de llevar esos pantalones, lo primero que vino a mi mente fue la
inocencia y la inexperiencia de nuestra primera vez… primera vez para ambos.
Llegamos a tener pocos encuentros, todos llenos de mucha niñez, vergüenza y hasta
torpeza… Así que al verlo no pude evitar pensar: Te aseguro que de esa
inexperiencia no queda ni rastro… me ganó la mente y el deseo. Desde ese
momento estaba abierta a la posibilidad de que cualquier cosa podía pasar…
incluso llegué a cerrar los ojos 3 segundos y verme tumbada sobre la mesa del
rincón que elegimos para conversar. Tumbada con mi pecho al aire y su respiración
cerquita de mis pezones.
Nos reencontramos en medio de un abrazo de varios minutos. Disfruté sentir la
inmensidad de su cuerpo muy cerquita del mío, su delicioso perfume, su calor
corporal y sobretodo sus manos al tocar mi espalda, mis brazos y en medio de los
nervios también rozaron mis caderas y como gesto de cariño, mi barbilla que
siempre le gustó. Olía a hombre recién salido de la ducha que había cuidado cada
detalle por si la piel nos llevaba a otro lugar. Logré ver un poco de su pecho, y me
dio la impresión de estar perfectamente afeitado, ni muy corto ni muy largo, la
medida exacta para acariciarme al rozar y electrizarme si juntamos nuestros
cuerpos. De igual manera lucía su barba. ¿Había cuidado los detalles para verse
bien o para verse endemoniadamente deseable?
Pasaron al menos 2 horas, conversar se hizo bastante agradable y el tiempo pasó
rapidísimo… tocar el tema de nuestros ingenuos encuentros sexuales fue inevitable.
Recordar que fue la primera persona en tocar en medio de mis piernas, el primero
en sentir mis pechos firmes y el primero en invadir mi espacio, logró que la
temperatura del lugar se elevara y hasta empezamos a escuchar la respiración uno
del otro. Aquella fue la primera vez para ambos. Torpes, inexpertos y muy poco
atrevidos. No deja de resonar en mi mente, que con seguridad podría meterme
debajo de la mesa en este preciso instante, abrir tus pantalones y demostrarle que
de esos momentos, solo queda el recuerdo.
Sin decir palabras nos fuimos a su carro, con la certeza de que el hotel más cercano
seria nuestro próximo destino… y justo allí, sin esperar llegar, en medio de la
calentura decidí comenzar a tocarme y pedirle que sacara de sus pantalones eso tan
grande y duro que ya se veía… bien húmeda me lance sobre su miembro y lo metí
completico en mi boca, sin dejar de tocar mi sexo expuesto y dispuesto.
Estaba duro, grande, erecto, todo para mí. Lo quería completo dentro de mí. Le
obsequié un delicioso oral en el trayecto al hotel, lo escuche gemir, lo sentía cada
vez más duro, presionaba mi cabeza contra su sexo pidiéndome que no dejara de
hacerlo, extendió su mano y metió 2 dedos dentro de mí y no pude evitar venirme..
Sus dedos seguían dentro de mí recibiendo mis fluidos y sintiendo como palpitaba
de deseo. Sacó sus dedos y los metió en su boca, olía desesperadamente toda mi
humedad regada entre sus dedos. Sus ojos se encendían, su respiración cada vez
más agitada, se elevaba su pecho y al mismo tiempo mis ganas de subirme sobre su
excitado y erecto miembro.
Llegamos al hotel a medio vestir, sus pantalones casi en sus rodillas, mi brasier
desabrochado y mis pantys en algún lugar de su carro. Deseosos y ansiosos. No
esperó para tirarme en la cama y abrir mis piernas, con muchísimo fuego en sus
ojos, metió toda su cara y su lengua en mi sexo. Lamía con el ritmo perfecto todo
mi espacio, me volteó y estando de espalada abrió mis nalgas y también introdujo
su lengua… me saboreó completica… yo no dejaba de gemir… solo deseaba ser
penetrada y al mismo tiempo aun quería esperar para sentirlo entrar en el punto
más alto de mi éxtasis.
Acariciaba mi espalda, chupaba mis pechos, besaba mi vientre, apretaba mis
nalgas… yo deseosa de ser penetrada, desesperada por tenerlo dentro de mi… le
rogué que me penetrara, me pidió ponerme de espalda, rozando mis pezones
contra la pared fría de la habitación, mi cuerpo erizado, su cuerpo sudado y
caliente… masajeó mi clítoris con su mano mientras lentamente metía su miembro;
podía sentir su aliento en mi cuello y en mi espalda. Sus movimientos eran cada vez
más intensos, me hacía gritar de placer. Lo hacía fuerte, cada vez más fuerte y del
mismo modo se detenía, lo sacaba, me besaba, me tocaba y esperaba a que
nuevamente le pidiera que lo metiera muy muy adentro; recuerdo su voz
preguntarme: ¿Te gusta? Lo tienes todito adentro, disfrútalo, muévete, quiero
escucharte acabar… ¡y así fue! En medio de tanta lujuria fue inevitable venirme con
su miembro firme en la profundidad de mi sexo… sentía recorrer mis líquidos
tibios por mis muslos… El limpiaba mis intensos fluidos con sus manos… me
voltee, me arrodillé y le agradecí con un delicioso oral… tomó mi cabello y guiaba
los movimientos de mi cabeza, mis manos apretaban sus nalgas, mis dedos
recorrían su parte trasera, mi boca deseosa de sus jugos esperaba ansiosa… en
medio de gemidos llenó toda mi boca de sus fluidos. Los tomé deseosa, dejé correr
un poco sobre mi pecho y abdomen… lo regué por mi cuerpo. Ansiaba estar toda
llenita de él.
No había tiempo que perder, así agitados, llenos de los fluidos del otro, comencé a
lamer todo su cuerpo, a sentir lo bien afeitado de su pecho, a caminar con mi
lengua hasta mi lugar favorito, ese lugar que se despertaba por mí. Recorrí sus
muslos, en medio de sus piernas, ese trayecto entre lo duro y lo prohibido, justo
allí, en ese lugar con dos puntos de llegada, mi lengua se debatía entre ir hacia
adelante o seguir hacia atrás… sus gemidos y el arqueo de cuerpo me dieron la
dirección. El placer llegó a mi boca desde la parte trasera de su cuerpo. Minutos
después, subida en su regazo, sentado en la orilla de aquella cama de hotel, sus
dedos me obsequiaron el más delicioso masaje en medio de mis nalgas, al mismo
tiempo que mi cuerpo se movía con desesperación con su miembro adentro.
Cabalgaba su cuerpo, sentía sus dedos, disfrutaba de su lengua en mi boca y mis
pechos… un orgasmo compartido nos avisó el pico más alto en el medidor del
placer.
Habían pasado 20 años pero esta vez invadimos por completo nuestros cuerpos.
Lucrecia
Nota: Este relato es de la autoría de mi amiga Lucrecia.
Espero pronto pueda compartir con nosotros más de su arte.
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